La ambulancia me llevaba por la calle Pinzón, y sentí el olor de la pizzería de Abundio. Todo lo que vino después no vale ni la pena contarse. Estuve seis meses con un yeso. Cuando me lo sacaron tenía toda la cadera negra, llena de pelos, parecía un pedazo de otro cuerpo, no sentía que fuera mi cuerpo.