Un poco incómodo, acepta hablar sobre su riqueza, sobre sus fiestas de cumpleaños, las cuales son muy costosas y vistosas (incluyen cabalgatas, jaripeos, carreras de caballos, peleas de gallos bailes populares, comilonas y, por supuesto, bebidas en abundancia). Asegura que no es ni será corrupto, pues tiene que dejar una herencia moral a su familia, y defiende que su aspiración política no obedece a tener más dinero o más poder, sino a su vocación por ayudar a la gente.