Información

Por: Zacarías Cervantes

Quintín Salgado Salgado:

Solidaridad hasta la muerte

Paristas de la mina Media Luna. Riesgo. [Foto: Eduardo Yener]
A+
A-

Quintin Salgado ya presentía que moriría por su lucha en defensa de los pueblos y de los trabajadores ante la minera Media Luna. Estaba seguro que atrás de la empresa de capital canadiense está la delincuencia organizada. La mañana del 24 de enero se cumplieron sus presagios. Un comando de hombres armados esperó que saliera de su domicilio en Nuevo Balsas, municipio de Cocula para levantarlo. Alto y correoso, opuso resistencia, y sus agresores no tuvieron más remedio que dispararle ahí mismo. Acabaron con su vida a sus 37 años de edad.

Su presentimiento tenía motivos. Lo habían amenazado muchas veces «Vamos a bajar por ti», le advirtieron por teléfono la penúltima vez. Una semana antes de que lo mataran fueron más directos y precisos. Un grupo de tipos a bordo de un Tsuru blanco lo interceptó cuando se dirigía al plantón de los trabajadores afuera de la mina y le advirtieron que se desistiera de su apoyo a los trabajadores. «Y si sigues chingando te vamos a matar», lo amenazaron. Enseguida le arrebataron su teléfono celular y se lo azotaron contra el suelo. El apararto quedó hecho pedazos.

A pesar de las reiteradas amenazas no se intimidó. «Al que la va a tocar, le va a tocar; mientras, aquí sigo», solía decir en las entrevistas el dirigente de los paristas, cuando los reporteros le preguntaban si temía por su vida.

«Quintin Salgado Salgado no era un proparista más en el movimiento de los trabajadores que luchan por su libertad sindical en la minera Media Luna; era el pilar del movimiento», dice uno de sus compañeros el mismo día que lo mataron, presagiando el quiebre del movimiento que el 3 de febrero cumplirá tres meses.

Antes de entrar como trabajador de la minera Media Luna fue migrante en Estados Unidos, donde además de aprender a la perfección el inglés, se formó como líder obrero y acendró la virtud de la solidaridad.

Cuando la minera Media Luna anunció en 2013 el inicio de sus trabajos de exploración cerca de su pueblo, Nuevo Balsas, Quintín regresó a su tierra porque creyó que era la oportunidad para lograr el desarrollo en su región. Nunca pensó que venía a enfrentar su destino. «Se topó con la cerrazón y con la insensibilidad de una empresa rapaz y voraz», lamentó su compañero del movimiento.

La minera Media Luna, subsidiaria de la empresa canadiense Torex Gold Resources, que explota el proyecto El Limón-Guajes entre las comunidades de Nuevo Balsas, La Fundición, Real de Limón y Atzcala, municipio de Cocula se inauguró el 28 de abril del 2016, aunque sus operaciones de explotación comenzaron en enero de ese mismo año. Entonces se proyectaba como «una de las minas de oro más importantes en México en términos de producción», según asentó la empresa en un boletín informativo publicado el día de su inauguración.

Con un valor de capitalización de 800 millones de dólares, la mina inició su construcción en 2013 en un terreno que abarca aproximadamente 630 hectáreas. El yacimiento es un minado a cielo abierto dividido en los tajos Guajes y El Limón y su capacidad de recuperación es con una proyección anual por encima de las 358 mil onzas de oro. Lo que la ubicaría entre las principales 26 minas de oro de todo el mundo.

Desde el arranque de su construcción, el proyecto generó cuatro mil empleos, así como mil empleos por parte de subcontratistas y cinco empleos indirectos por cada empleo directo, según informó la misma empresa minera, que presumió con ello, «un impulso para la región guerrerense en términos económicos y sociales, elevando la calidad de vida de las comunidades».

Y luego destacó que entre las principales características de este proyecto se previa un programa de seguimiento de calidad ambiental, que incluye 16 planes específicos de cuidado del medioambiente y el establecimiento de un convenio de colaboración con la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) que permitiría operar «con los estándares más altos a nivel mundial de protección al ambiente», ofreció.

Durante la inauguración, a la que asistió con la representación del presidente Enrique Peña Nieto, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal; la secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles Berlanga; el gobernador Héctor Astudillo Flores, los directivos de la empresa, Terry MacGibbon y Fred Standford, así como el embajador de Canadá en México, Pierre Alarie, se entregaron títulos de propiedad a las 169 familias de los poblados Real de Limón y La Fundición, que fueron desplazadas de la zona donde ahora trabaja la mina.

Los intereses de la empresa canadiense chocaron desde un principio con los de los pobladores de la zona, incluso desde antes que comenzara sus trabajos de explotación. Los lugareños no sólo se vieron desplazados de los mejores empleos y prestaciones por parte de la minera, sino avasallados por la empresa extranjera en su propio territorio, que, además comenzó a contaminar aceleradamente el medioambiente y, sobre todo, el agua del río Balsas que disminuyó hasta en un 50 por ciento la pesca, principal actividad económica de la que dependían los habitantes de los pueblos cercanos.

En septiembre del 2015, un grupo de pobladores de Nuevo Balsas, entonces encabezados por su comisario municipal, fundador de la Policía Comunitaria y presidente de una de las 12 cooperativas pesqueras, Marcos Valentín, realizaron el primer bloqueo a las instalaciones de la mina.

Demandaron entonces un estudio de impacto ambiental y una indemnización de 500 mil pesos anuales a los pescadores que son los más afectados con los trabajos de la mina, pues contaron que las explosiones, el derrame de aceite y el arrastre de material pétreo desde el cerro al río comenzaban a provocar la muerte y la migración de peces y que la pesca disminuyó considerablemente.

Entonces, uno de los pescadores, Alfonso Ramírez, se quejó de que antes de que la minera comenzara sus trabajos extraían al menos 50 kilos diarios de mojarra y cuatete, mientras que después de la actividad de la mina alcanzan a pescar de dos a cinco kilos por el alto grado de contaminación en la zona.

Para entonces, Quintin Salgado había regresado de Estados Unidos entusiasmado por lo que creía era la oportunidad para su tierra. Era ya, incluso, trabajador de la Minera Media Luna, Quintin fue contratado como obrero por Media Luna desde los trabajos de exploración.

Sin embargo, cuando se enteró de los efectos que estaba provocando la minera, no dudó en sumarse al movimiento de los pobladores de Nuevo Balsas y de los pescadores.

En marzo del 2016, nuevamente, un grupo de pobladores y pescadores, reiniciaron el bloqueo en la puerta 3 de la minera.

Los inconformes, miembros de las cooperativas de pescadores de Nuevo Balsas y Atzcala, denunciaron que los peces se seguían muriendo por las detonaciones de dinamita y el derrame de aceite en la presa El Caracol, abastecida por el río Balsas. Insistieron, asimismo, en su demandan de indemnización.

Para entonces aseguraron que la producción de la pesca había disminuido hasta en un 80 por ciento.

En esta segunda etapa de protestas, la empresa emprendió la primera embestida. Comenzó a cooptar con supuestas obras para el pueblo y dinero en efectivo a los principales dirigentes del Comité Ciudadano, al comisario municipal y a los representantes de la Policía Comunitaria para que desistieran del movimiento, pues le urgía la inauguración. Incluso, por los bloqueos la había aplazado desde enero, y el 28 de abril, los empresarios mineros realizaron la ceremonia en tensa calma; temían acciones de los pobladores y pescadores.

Quintin Salgado resistió. «No sé cómo la vean ustedes, pero yo tengo un hijo chiquito; no me gustaría que se me enfermara», argumentó en una reunión de los pobladores, ya cuando por los trabajos de la minera comenzaban  a presentarse los primeros padecimientos entre la gente de Nuevo Balsas, mientras que los principales dirigentes habían retirado su apoyo al movimiento.

A partir de entonces, los representantes de Media Luna se cerraron al diálogo y el gobierno del estado se colocó del lado de la minera canadiense y en las reuniones, en vez de conciliar, los funcionarios del gobierno conminaban a los inconformes a que levantaran su movimiento con el argumento de que estaban afectado la inversión en el estado y los empleos en la región.

Entonces, Quintin Salgado prefirió renunciar a su empleo en la minera Media Luna para participar de lleno en las protestas en contra de la empresa canadiense por la contaminación y las enfermedades que estaban provocando en su pueblo.

Después, como concesionario de una urvan fue subcontratado para el transporte del personal de la empresa de Nuevo Balsas a la mina.

En enero del 2017, la empresa minera escaló sus acciones de represión, hostigamiento y amenazas en contra de los inconformes, ya con las autoridades y dirigentes sociales de Nuevo Balsas de su lado. Durante un bloqueo, hombres armados contratados por la minera impidieron el paso en Atzcala a contingentes de organizaciones sociales que acudían a solidarizarse con los manifestantes que habían tomado nuevamente la puerta 3 de la mina.

Las amenazas se centraron en Quintin. «Me han amenazado muchas veces, y la gente tiene miedo; saben que atrás de la minera y las amenazas está la delincuencia organizada», denunció en una entrevista el líder del movimiento opositor a la minera.

Sin embargo, a partir del 3 de noviembre encabezó el movimiento de los trabajadores paristas que buscan la cancelación del contrato colectivo que la empresa tiene con un sindicato de la CTM y en demanda  de la firma de la titularidad con el del Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (STMMSRM).

El delegado en Guerrero de este sindicato, Indalecio Pérez Morones, recordó que Quintin se sumó al movimiento porque como concesionario, el sindicato de la CTM le quitaba el 7.5 por ciento de lo que la empresa les paga a los concesionarios subcontratados.

«Además, el sindicato de la CTM es el que determina quien sí y quien no de los concesionarios prestan el servicio, y a quienes no son del sindicato sólo les permite prestar el servicio uno días sí y otros no, mientras que las concesiones que son del sindicato están trabajando todos los días», aseguró el líder sindical.

Dijo que Quintin era uno de los principales activistas porque una de las demandas del paro es que los contratos de los prestadores de servicios se firmen directamente con la minera y no con el sindicato. «Por esa demanda Quintin le estaba dando el apoyo al movimiento», reforzó su argumento Pérez Morones.

En este tercer movimiento en contra de la minera, las amenazas comenzaron a cumplirse por parte de grupos armados que Quintín había ubicado como gente contratada por la misma minera para inhibir a los  manifestantes.

El 18 de noviembre, los hermanos Víctor y Marcelino Sahuanitla Peña fueron asesinados en Atzcala por hombres armados que actuaron bajo la protección de elementos de la Marina que tenían el control de la empresa, según denunciaron pobladores que se encontraban en el plantón, en donde fueron acribillados los hermanos Sahuanitla.

Como Quintín, Víctor y Marcelino estaban subcontratados como prestadores de servicios, pues éstos eran los que surtían el combustible a la minera.

Desde entonces, el dirigente del movimiento comenzó a presentir su muerte por su lucha en defensa de los pueblos de la zona y de los trabajadores. Estaba seguro de que «atrás de la minera está la delincuencia organizada», como sentenció en una de las últimas entrevistas que concedió a una televisora y cuyo video fue difundido un día después de su asesinato.

Uno de los compañeros de Quintín, dice que por su solidaridad con el pueblo y los pescadores de Nuevo Balsas en el movimiento del 2016, perdió su empleo en la minera, y por su solidaridad con los trabajadores en paro de la minera Media Luna, perdió ahora la vida.

Presintiendo su pérdida física, en diciembre pasado, con motivo de la celebración de la Navidad, Quintín envió el siguiente mensaje a sus compañeros paristas: «Te deseo que tengas el suficiente amor propio para pelear muchas batallas, y la humildad para saber que hay batallas imposibles de ganar y por las que no vale la pena luchar».

El dirigente del movimiento de los paristas murió a los 37 años de edad y dejó en la orfandad a dos hijos menores de edad.

COMPARTIR:

EnTwitter EnFacebook EnGoogle+
anterior | INDICE | siguiente

Ediciones anteriores

Close